Lograr la autonomía es uno de los propósitos fundamentales en los que cada persona debe trabajar para ser libre y hacer realidad aquello que añora.
La confusión generada por la falta de autonomía no sólo perjudica a la persona misma en sus diferentes ámbitos personales, generando desarmonía física, mental y emocional, sino que genera confusión en todos sus entornos, ya que cuando la persona no establece límites claros para que su opinión, sus ideas y sus experiencias sean respetadas, y decide hacer lo que otros le imponen, ella pierde la energía interna que motoriza su vida y el sentido único y propio que promueve la diversidad, que es una riqueza natural de evolución.
La persona que establece límites claros fortalece su autonomía, construye la realidad que desea para sí misma, aporta creatividad y vida a sus entornos y disfruta de relaciones maduras y armoniosas.
Reconozco que poner en práctica este hábito resulta retador pues hemos crecido en una sociedad de relaciones transaccionales y cuando la persona no da lo que se espera de ella, entonces sufrirá el rechazo correspondiente de esas personas que le ofrecen cierta protección y que llevan un estado contable de favores.
Ser autónomo le da la oportunidad a esas personas autoritarias que creen que poseen la verdad, para que decidan madurar y crecer, pero si no lo hacen, hay un mundo inexplorado de nuevas relaciones para ti.
Liderazgo 4 Alas para Volar